Autora: Doria Cruz/ Jefe del Centro Nacional de Teledetección Agrícola (CENATEL). FIIIDT.
El suelo es la capa superficial de la corteza terrestre, es un recurso natural muy complejo está constituido por cuatro elementos diferentes: materia mineral, materia orgánica, aire y agua. Su importancia se basa en los diferentes procesos que en él ocurren y que determinan la dinámica de los ecosistemas. Sobre el suelo crecen las plantas (productores primarios) a partir de las cuales se alimentan los herbívoros, dando origen a las cadenas tróficas. La vida tal y como la conocemos tiene lugar sobre el suelo, desde el mismo momento en que el ser humano desarrolló la agricultura para obtener sus alimentos se definió su importancia, resultando en consecuencia primordial para el desarrollo de todas las actividades económico productivas generadas por el hombre.
El proceso de formación o génesis del suelo es un proceso complejo en el que intervienen diferentes factores entre los que están el clima y el material rocoso original. Una característica del suelo es su estratificación, conocida como horizontes y dependiendo de su composición determinan el tipo de suelo, existen cinco (05) tipos básicos de suelo: a) arcilloso, b) calizos, c) humíferos, d) pedregosos y e) mixtos. Se han desarrollado sistemas de clasificación de los suelos basados en las características distintivas y criterios de usos, entre ellos el internacional World Reference Base for Soil Resources (WRB, Base referencial mundial del recurso suelo), el desarrollado por la FAO/Unesco en 1974 “Legend of the Soil Map of the World” y posteriormente revisado en 1988 generando el “Revised Legend of the Soil Map of the World”.
Importancia Ecológica del Suelo.
El suelo es un ser vivo, desde el punto de vista ecológico es considerado un ecosistema conformado por complejas comunidades de organismos vivos, que alberga la cuarta parte de la diversidad biológica del planeta. El suelo es esencial para el mantenimiento de la biosfera, fundamentalmente a través del ciclado de los nutrientes, también participa en la regulación del clima. La mayoría de los procesos que se dan en el suelo los realizan los organismos vivos y son los responsables de la dinámica de transformación de los componentes orgánicos e inorgánicos. Dentro de los procesos reviste particular importancia el proceso de descomposición efectuado por los microorganismos, el cual permite el reciclado o reobtención de los nutrientes que determinan la producción de los ecosistemas. Puede decirse que en el suelo el principal compartimento está constituido por los descomponedores.
El compartimento de los descomponedores forma parte de la Materia Orgánica del Suelo (MOS) contenida desde la superficie del suelo hasta máximo unos 20 centímetros de profundidad. Los descomponedores son principalmente microrganismos (bacterias, actinomicetos, hongos, algas, virus y protozoarios).
Balance energético de los Ecosistemas
Desde el punto de vista energético, el suelo juega un papel importante en todos los ecosistemas, los organismos presentes en él se interrelacionan en complejas redes tróficas que son la base del flujo de energía. Inicialmente la energía está contenida en la materia orgánica (MO) proveniente del subsistema aéreo conformando por raíces, hojas, troncos, entre otros, conocido como «mantillo» y restos de animales que son el principal sustrato para la descomposición. Adicionalmente al proceso de descomposición ocurren dos procesos importantes que son la mineralización y la humificación; en el primero se liberan los nutrientes (nitratos, amonios, fosfatos) mediante la transformación de compuestos orgánicos no asimilables a formas inorgánicas asimilables) y en el segundo se forman compuestos estables también denominado humus y se secuestra carbono. El secuestro de carbono constituye la mayor reserva de carbono orgánico terrestre y garantiza el flujo de la energía en los ecosistemas. Es importante mencionar que existen otros organismos saprófagos como ácaros, insectos y nematodos que actúan sobre la naturaleza física de la MO, fragmentándola, fraccionándola y mezclándola, influyendo y favoreciendo el flujo de la energía en el ecosistema.
La importancia de la fauna del suelo puede determinarse en función de los procesos en los que participan, desarrollan o promueven a saber: fijación de nitrógeno, mineralización, solubilización de compuestos inorgánicos, humificación, cambios químicos en compuestos inorgánicos, aumento del desarrollo radicular, antagonismo, parasitismo, control de fitopatógenos, mejoramiento de las propiedad físicas del suelo.
Finalmente, la importancia del suelo radica en todos los beneficios que proporciona, los cuales están mediados por la diversidad de organismos y microorganismos que lo conforman. Su acción garantiza el ciclado de los nutrientes, la fijación de nitrógeno, el secuestro de carbono, la dinámica de la materia orgánica del suelo (flujo de energía), la estructura del suelo, el control de plagas, la filtración del agua, la eliminación de descontaminantes, entre otros.
El suelo es un recurso natural no renovable, las diferentes actividades antrópicas promueven su degradación y pérdida, es importante implementar programas que tiendan al manejo y gestión sostenible. Dada su influencia en la regulación del clima puede contribuir a la mitigación del cambio climático a través del secuestro de carbono y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. La salud de los suelos garantiza el suministro de agua, la minimización de la desertificación, la biodiversidad, resiliencia a las inundaciones y la sequía.
Referencias
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