PROTOCOLO DE ACCIÓN ANTE EL USO DE ARMAS BIOLÓGICAS

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Figura 1. Virus del Ebola (Frederick A. Murphy - Microbiólogo del ‘Centers for Desease Control and Protection (CDC’).

Agentes Biológicos y Patógenos

Los agentes biológicos son organismos vivos o sustancias derivadas de ellos que  causan efectos adversos en la salud o el ambiente. Su origen puede ser vegetal, animal o humano, con inclusión de los genéticamente modificados, incluyen microorganismos como bacterias, virus, hongos y parásitos, así como productos derivados de ellos, como toxinas. Algunos organismos causantes de plagas son de mayor tamaño (por ejemplo, moscas, mosquitos o escarabajos) y se consideran también agentes biológicos o vectores de agentes biológicos cuando contribuyen a la diseminación de los mismos. Estos agentes se transmiten por vía respiratoria, vía parenteral, vía digestiva o vía dérmica, y pueden ser responsables de infecciones, efectos alérgicos y sensibilizantes, tóxicos y cancerígenos.

Por otro lados, los agentes patógenos son agentes biológicos que causan enfermedades infecciosas y pueden alojarse en algún producto animal o vegetal, causando las enfermedades transmitidas por alimentos La mayor proporción de agentes patógenos son bacterias (organismos procarióticos) o virus,  como por ejemplo el virus del Ebola el cual pertenecen a la familia de los filovirus (figura 1). Existen patógenos que son de naturaleza eucariótica pero microbianos, además de  algunos tipos hongos y algunos tipos parásitos.

Es importante diferenciar entre agentes patógenos y vectores de agentes biológicos. Los vectores son organismos que transmiten patógenos de un huésped a otro, pero no causan la enfermedad directamente. Ejemplos de vectores comunes son los mosquitos, que pueden transmitir virus como el del dengue y el Zika, y las moscas, que pueden diseminar bacterias y parásitos. Otros vectores incluyen escarabajos, garrapatas y pulgas. La comprensión de la distinción entre patógenos y vectores es crucial para el control y la prevención de enfermedades infecciosas. Mientras que los patógenos son el objetivo de tratamientos directos, los vectores requieren estrategias de control específicas para interrumpir la transmisión de enfermedades. 

Origen del uso de las armas biológicas

A lo largo de la historia, grandes pestes y epidemias como la Peste de Atenas (430 a. C.), la Peste de Siracusa (396 a. C.), la Peste Justiniana (541-542 d. C.) y la devastadora Peste Negra (1347-1352 d. C.) han revelado la fragilidad de la civilización humana ante las enfermedades infecciosas. Sin embargo, también han proporcionado conocimiento sobre los efectos nocivos de estas enfermedades, lo que ha llevado a su uso ocasional como «armas biológicas» a lo largo de la historia.

Uno de los primeros ejemplos documentados de armas biológicas, ocurrió en el sitio de la ciudad fenicia de Symra (1325 a. C.), en la actual frontera entre Líbano y Siria. Se cree que los atacantes utilizaron ovejas infectadas con Francisella tularensis, el agente causal de la tularemia. Al introducir los animales enfermos en la ciudad, propagaron la enfermedad, debilitando a la población y facilitando la conquista.

En 1346, durante el asedio de Kaffa (actual Feodosia, Crimea), las fuerzas de la Horda de Oro lanzaron cadáveres de soldados infectados con la peste bubónica sobre las murallas de la ciudad. Se especula que este evento pudo haber contribuido a la propagación de la Peste Negra en Europa.

Durante la Guerra de los Cien Años, el ejército inglés empleó tácticas similares, lanzando animales en descomposición sobre ciudades francesas para propagar enfermedades. La última referencia histórica conocida del uso de la peste como arma biológica se remonta a 1710, cuando las tropas rusas atacaron Tallin (entonces bajo dominio sueco), arrojando cadáveres infectados dentro de la ciudad.

Uso Moderno de las armas biológicas

Algunos conflictos mundiales durante el siglo XX intensificaron el desarrollo de armas biológicas, consideradas «silenciosas pero efectivas». Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), el gobierno alemán desarrolló un programa de guerra biológica, enviando cartas contaminadas con Bacillus anthracis (ántrax) y personal a países como Finlandia, Rumanía, Estados Unidos y Argentina.

El Ejército Imperial Japonés, a través de la Unidad 731 en Manchuria, llevó a cabo experimentos biológicos con humanos, resultando en la muerte de entre 10.000 y 40.000 personas. Aunque Estados Unidos, oficialmente, no empleó armas biológicas durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), inició su programa de armas biológicas en 1943, que continuó hasta su conclusión oficial por el presidente Richard Nixon.

Otros países también desarrollaron programas de armas biológicas: el Reino Unido en Porton Down durante la Segunda Guerra Mundial, la Unión de República Socialistas Soviéticas (URSS) con 52 centros de producción de agentes patógenos durante la Guerra Fría, y Canadá con programas ofensivos y defensivos.

Las teorías de conspiración sobre el origen del SARS-CoV-2, como arma biológica, han sido desmentidas por la comunidad científica, que sostiene su origen natural. Sin embargo, estas teorías resaltan la realidad histórica del desarrollo y uso de armas biológicas.

 

Control del uso de armas biológicas

El uso de armas biológicas plantea graves cuestiones éticas y humanitarias. A pesar de la eficacia en las guerras, su empleo indiscriminado puede tener consecuencias devastadoras para la población civil y el medio ambiente.[12] Por eso, la Convención sobre la Prohibición de Armas Biológicas (CABT) de 1972, prohibió el desarrollo, producción y almacenamiento de armas biológicas, subrayando la importancia de prevenir su uso.

En consecuencia, la resolución 1540 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de 2004 obliga a todos los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas a adoptar medidas adecuadas y eficaces (incluyendo la adopción y revisión de legislación) para impedir que presuntos terroristas puedan fabricar, adquirir, poseer, desarrollar, transferir o usar armas nucleares, químicas o biológicas y sus vectores.[3] También obliga a adoptar medidas para prevenir el tráfico ilícito de armas de destrucción masiva y los materiales y tecnologías conexos. Esta resolución requiere la adopción de medidas que controlen la transferencia de materiales conexos y que aseguren su inventariado y protección física.

Protocolo de acción ante las armas biológicas

La Organización Mundial de la Salud (OMS) en su 55a asamblea mundial, Punto 13.15 del orden del día provisional A55/20, del 16 de abril de 2002, señaló que cuando un Estado Miembro está preocupado y quiere estar preparado, debe fortalecer las actividades de vigilancia y respuesta de salud pública, haciendo hincapié en lo siguiente: 

Atención nacional más eficaz de los brotes de enfermedades.

Mejor comunicación entre los organismos responsables (servicios de salud pública, abastecimiento de agua, inocuidad de los alimentos, veterinaria, seguridad radiológica y nuclear, control de intoxicaciones y otros servicios conexos), y mejor coordinación de sus respuestas.

Mejores evaluaciones de la vulnerabilidad, y una comunicación eficaz acerca de los riesgos tanto para los profesionales como para el público.

Preparación para ocuparse de las consecuencias psico-sociales del uso deliberado de agentes patógenos y productos químicos para causar daño.

Planes de contingencia para mejorar la capacidad de respuesta (posibilidad de obtener recursos adicionales para la salud pública, por ejemplo, procedentes de la defensa civil, la seguridad, las autoridades responsables del cumplimiento de la ley y otros órganos, y una preparación para colaborar explícitamente en convenios de cooperación).

Desde el inicio del 2020, la humanidad enfrentó un desafío global de salud sin precedentes debido a la pandemia por el nuevo coronavirus, COVID-19. La propagación de la enfermedad causada por este virus se presentó como una amenaza excepcional para los gobiernos, las poblaciones y los sistemas de salud del mundo entero, sin importar que tan ricos o pobres eran los países.

A partir de esa fecha se realizó la implementación a nivel global de las medidas  recomendadas por la OMS en su 55a asamblea mundial. La aplicación de estas recomendaciones puso a prueba la robustez o vulnerabilidad de los sistemas de atención en salud (personal, infraestructura), las políticas de salud pública (capacidad diagnóstica y vigilancia), la fortaleza local del sector científico, tecnológico y de innovación, así como las respuestas sociales y económicas de los países para enfrentar la pandemia.

Ante la realidad impuesta por el COVID-19, la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud tuvieron que adaptar sus objetivos, planes y recursos, redoblando esfuerzos para dar la respuesta a la pandemia y a las varias contingencias de salud que resultaron afectadas. A pesar del panorama de incertidumbre, fue una oportunidad única para construir con determinación la nueva normalidad. 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

[1] Rafael Pérez y Rocío Escauriaza. Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, Gobierno de España.  Convención para la prohibición de armas biológicas: una herramienta para la seguridad nacional. En: https://www.miteco.gob.es/content/dam/miteco/es/calidad-y-evaluacion-ambiental/temas/biotecnologia/Divulgacion%20CABT_tcm30-190285.pdf

[2] Domingo Marquina, Antonio Santos de la Sen, Javier Vicente (2020). ¿Qué son las armas biológicas? Un recorrido por su utilización a lo largo de la historia bélica. En: https://theconversation.com/que-son-las-armas-biologicas-un-recorrido-por-su-utilizacion-a-lo-largo-de-la-historia-belica-136852

[3] Noah D L, Huebner K D et al. (2002). History and threath of biological warfare and terrorism. Emerg Med Clin North Am, 20: 255-71.

[4] Organización de Naciones Unidas (2004).  Preguntas Frecuentes sobre la resolución 1540 (2004) del Consejo de Seguridad. En: https://www.un.org/es/sc/1540/faq.shtml

[5] Asamblea Mundial de la Salud, 55. (‎2002)‎. 55a Asamblea Mundial de la Salud, Ginebra, 13-18 de mayo de 2002: resoluciones y decisiones: anexos. Organización Mundial de la Salud. En: https://iris.who.int/handle/10665/258955

[6] Organización Panamericana de la Salud (2021).  Informe anual 2020. La salud universal y la pandemia. Sistemas de salud resilientes. Venezuela. OPS/VEN/21-0001. En:  https://iris.paho.org/handle/10665.2/55174

[7] Genética Médica News (2014). El virus del Ébola modifica su material genético durante la infección. En: https://genotipia.com/genetica_medica_news/el-virus-del-ebola-modifica-su-material-genetico-durante-la-infeccion/

[8] Guillemin, J. (2005). Biological Warfare: From the Middle Ages to 1945. Palgrave Macmillan.

[9] Benedictow, O. J. (2011). The Black Death, 1346-1353: The Complete History. Boydell & Brewer.

[10] Tucker, J. B. (2001). Scourge: The Nine Evils of the World. Atlantic Monthly Press.

[11] E. Prado (2010). Historia de las armas biológicas y el bioterrorismo. Redalyc. En: https://www.redalyc.org/pdf/636/63613140057.pdf

[12] Lopez Muñoz, F et al. (2021). Amenazas biológicas intencionadas: implicaciones para la Seguridad Nacional. Sanidad Militar, volumen 77, número 2. En: https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1887-85712021000200098

[13] Geissler, E., & Moon, J. E. V. (Eds.). (1999). Biological and toxin weapons: research, development and use from the Middle Ages to 1945. Oxford University Press.

[14] Harris, S. H. (1994). Factories of death: Japanese biological warfare, 1932-45, and the American cover-up. Routledge.

[15] Cole, L. A. (1996). Clouds of secrecy: The Army’s germ warfare tests over populated areas. Rowman & Littlefield.

[16] Bernstein, B. J. (1987). Churchill’s secret biological weapons. Bulletin of the Atomic Scientists, 43(1), 8-15.

[17] Fauci, A. S., Lane, H. C., & Redfield, R. R. (2020). Covid-19—navigating the uncharted. New England Journal of Medicine, 382(13), 1268.

[18] Wright, S. (2009). Biological warfare and disarmament: new problems/new perspectives. Rowman & Littlefield.

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