Autora: Desirée Yaguare. Centro Nacional de Teledetección Agrícola. CENATEL-FIIIDT.
El recurso hídrico en la actividad agrícola es un debate necesario ante cualquier proyecto productivo sobre todo cuando se trata de seguridad alimentaria, por lo que se hace necesario realizar cambios progresivos en la producción de alimentos, si bien a nivel mundial existen 330 millones de hectáreas bajo agricultura de riego, lo que constituye apenas el 20% de la superficie total cultivada que aporta el 40% de la producción total a nivel global según cifras del Banco Mundial, en Venezuela donde predomina la agricultura de secano altamente vulnerable a los cambios climáticos, impera la necesidad de ampliar los incentivos y estrategias para la masificación de tecnologías que coadyuven al desarrollo.
El continente americano concentra el 46% de los recursos hídricos mundiales y una de las más altas precipitaciones pluviales, aunque con una distribución desigual de este recurso. Además de estos contrastes, el riego agrícola se utiliza muy poco, sólo el 13% de la superficie cultivable, por lo que de cara a la demanda de alimentos para los próximos años se hace necesario incrementar las superficies irrigadas y la eficiencia del uso del agua agrícola, de esa manera, aumentar la productividad.
Para establecer una revisión del panorama venezolano evaluaremos algunas cifras según datos de la FAO, que dan cuenta de la necesidad urgente de vincular el agro venezolano hacia la agricultura de riego.
La figura 1 refleja el consumo global según datos de la FAO para el año 2015, de cara a este panorama la región concentra la mayor extracción de agua en la agricultura, si bien posee una disponibilidad de agua aceptable, está sometida a las variaciones climáticas que alterarían la pluviosidad y con ello el rendimiento de muchas zonas cuyos cultivos no tienen sistemas de riego, y el mayor aporte es por lluvia.
Como consecuencia del cambio climático se ha registrado un descenso en la precipitación, la reducción e inestabilidad de las lluvias y el aumento de la temperatura, el nivel del mar y la presencia y magnitud de las sequías tendrán un efecto negativo directo en la población, en la salud, en los servicios relacionados con el agua y en las actividades económicas y recreativas vinculadas a ella, estos cambios tendrán repercusiones en las cadenas ecológicas y en las especies y vegetales del continente.
La agricultura tiene un papel central en este proceso. Por una parte, las sequías y las inundaciones que han ocurrido en los años recientes la amenazan severamente. El deshielo, el aumento de la temperatura, la disminución de las lluvias y la filtración inciden en la reducción de las aguas subterráneas y en el aumento de la contaminación y salinización.
Asimismo, el cambio climático aumenta la generación de los gases efecto invernadero derivado de la actividad agropecuaria, lo que altera los ciclos de carbono y de agua. Pues la agricultura sustentable contribuye a frenar la desertificación, aumenta la filtración del agua y la recarga de los acuíferos, conserva la biodiversidad y mejora la captación del carbono.
La mayor parte del continente americano usa la agricultura de secano, la cual debe fortalecerse con prácticas sustentables que preserven los ecosistemas y la calidad de los recursos hídricos, en el caso de Venezuela según datos FAO (2016) la distribución de su superficie agrícola respecto a los cultivos más importantes para el año 2011 con base en datos del Ministerio del Poder Popular para la agricultura y tierras (MPPAT) es:
La data anterior muestra los cultivos más importantes para el consumo humano y la elaboración de alimentos balanceados para animales, puede tomarse como punto de partida al analizar la influencia de la variabilidad climática en el país, donde del total nacional de superficie cultivada 94,3 % es agricultura de secano y 5,7% bajo riego. Esta última sufre problemas de deterioro de la infraestructura física de los sistemas públicos; insuficiente organización de los usuarios, bajos niveles de producción y productividad.
El cambio climático en Venezuela ya presenta algunas evidencias tal y como lo señala CIDIAT (2005) en las cuencas del río Pao, Guárico y el Tocuyo, señalan menores caudales a futuro gracias a la simulación de modelos predictivos. Esas cuencas concentran los principales embalses Pao Cachinche, Pao La Balsa, Calabozo, Camatagua, Dos cerritos y Atarigua, que concentran el agua para Maracay, Valencia, Caracas y Barquisimeto; el riego de la principal zona arrocera y parte de la zona cañera de Occidente. Se prevé la disminución en el rendimiento de embalses y en consecuencia la desmejora en el suministro de agua, evidenciando impactos en el sector agrícola. En principio registran una disminución en los montos totales de lluvia anual y de la época lluviosa en casi todo el país entre 3% y 20%, con énfasis en la región central y occidental.
En muchos casos las áreas actualmente ocupadas por ciertos cultivos no son las más adecuadas desde el punto de vista de conservación de tierras, en los escenarios planteados con plazo 2020, 2040 y 2060 la precipitación variaría de -5% en 2020 a -25% en 2060, y la temperatura de +0,3°C en 2020 a +3,5°C en 2060.
El problema es que en la actualidad las temperaturas son altas, cuyos efectos e implicaciones para el desarrollo sostenible pueden ser más graves que los del régimen hídrico. Por ejemplo la simulación de rendimientos para maíz, arroz y caraota indica reducciones para maíz y arroz de 6% a 12% y para caraota de 8% a 43%. El aumento de la temperatura mínima parece ser el factor principal en la reducción de rendimientos, mientras que los factores hídricos tendrían poco efecto, ya que la caraota se simuló como un cultivo regado (Gulfo, N. 2018).
La disminución de la lluvia o el incremento de frecuencia de sequias disminuirán los caudales de ríos y la capacidad de recarga de los acuíferos. Por otro lado, la lluvia más intensa cambiará la respuesta hidrológica de las cuencas en aspectos como la relación infiltración-escorrentía y el tiempo de escurrimiento, con lo cual pueden incrementarse las inundaciones repentinas y el grado de percolación y por ende la recarga de acuíferos.
Según las Naciones Unidas, para el 2050 al menos 1 de cada 4 personas vivirá en un país afectado por una crónica y recurrente escasez de agua, esto repercute en la seguridad alimentaria, al respecto insta a los países a tomar medidas de adaptación temprana que permitan el consumo adecuado de agua potable y la sostenibilidad de alimentos.
Con relación a los sistemas de producción, crecerá significativamente el área con déficit hídrico, siendo en general baja la capacidad de adaptación, los cultivos que tendrán mayor impacto serán: cacao, coco, café, caña, palma africana, cítricos, hortalizas, yuca, pinos (Martelo, M, s/f).
La agricultura de riego aporta mayores beneficios en cuanto al rendimiento y producción pero requiere inversión y tecnología, se estima que este tipo de agricultura aumentará en el futuro, como una respuesta alternativa a los cambios producidos por el cambio climático, es posible seguir desarrollando tecnologías que eleven el grado de eficiencia del riego y permitan incrementar las superficies irrigadas sin que aumente la cantidad de agua suministrada. Gracias a una mayor eficiencia, ya que la eficiencia promedio de agua aprovechada por las plantas en los sistemas de riego es inferior al 40%.
Por ello, es necesario que las políticas públicas de gestión del agua tengan por objetivos lograr un uso más eficiente del agua, mejorar las prácticas y las tecnologías aplicadas, alcanzar un cambio en los hábitos de consumo, mediante la educación ambiental hídrico, y lograr que los países le otorguen mayor importancia al comercio del agua virtual y la huella hídrica en la toma de decisiones, que en el caso de Venezuela representa el 34,3% siendo parte de los países con mayor huella hídrica externa, lo que lo hace altamente vulnerable a los cambios climáticos.
Ante este panorama resulta claro que es indispensable incrementar la productividad del agua agrícola para alcanzar los tres objetivos; disminuir la presión sobre los recursos hídricos, reducir la degradación ambiental y mejorar las condiciones de seguridad alimentaria.
Es importante la innovación para optimizar la gestión integral del agua y su uso sostenible en las labores agrícolas, pues el incremento de la productividad contribuiría a liberar agua para los usuarios de las ciudades, la industria y los servicios, así como para reducir la contaminación ambiental y mejorar las condiciones para lograr la seguridad alimentaria. Fortalecer y desarrollar sistemas de información eficientes basados en las nuevas tecnologías para el riego y para el manejo de datos meteorológicos confiables.
Por todo ello, se considera la agricultura de precisión como una tecnología clave para la agricultura sostenible, puesto que beneficia al cultivo, al suelo y a las masas de agua mediante la aplicación de dosis correctas. Se trata de aplicar en este aspecto tecnologías para garantizar la producción en consonancia con el medio ambiente y al desarrollo social.
Será por tanto, imprescindible una buena gestión de los recursos, y para ello es necesario el uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) para poder implementar riegos de precisión, aplicando al cultivo la cantidad de agua necesaria teniendo en cuenta todas las particularidades de producción.
En conclusión, el sector agrícola en Venezuela hoy en día es ya muy vulnerable a la variabilidad climática natural, por lo que el sector agrícola debe implementar medidas de adaptación para mitigar el impacto del cambio climático en los cultivos, principalmente en la adaptación de sistemas de riego que optimicen la producción.
Además es una tarea pendiente aumentar la eficiencia en el consumo de agua para fines agrícolas, este dependerá también de hacer coincidir las mejoras fuera de las explotaciones agrícolas con los incentivos y las transferencias de tecnología, pero es necesario ajustar las mejoras de los sistemas de abastecimiento de agua para proporcionar servicios usando tecnologías de la información, como sensores de la humedad del suelo y la estimación de la evapotranspiración a partir de datos satelitales, de manera de aumentar la eficiencia y la productividad del uso del agua en la agricultura.
Referencias
- FAO 2015. AQUASTAT Perfil de País – Venezuela (República Bolivariana de). Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, Roma, Italia.
- Gulfo, N 2018 Disponibilidad de agua en Venezuela [Artículo en línea] disponible en:https://latinclima.org/articulos/en-venezuela-el-agua-no-siempre-significa-vida.
- IICA, 2017 El agua para la agricultura de las américas. México.
- Martelo, M (2012) Impacto del cambio climático en la agricultura de Venezuela. Revista Alcance, edición especial.
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