En un mundo lleno de sobreinformación, las aulas de clase enfrentan un desafío que va mucho más allá de completar programas académicos o aprobar exámenes estandarizados. Dentro de las escuelas toca definir qué enseñar, cómo enseñarlo y, sobre todo, para qué.
Para Rebeca Anijovich, especialista y Magíster en Formación de Formadores, la escuela de hoy debe trascender a simple transmisión de información, que puede ser conseguida en la nube de Internet.
Para la especialista, promover el pensamiento crítico en la escuela significa enseñar a cuestionar con argumentos, escuchar y contrastar ideas, y no aceptar afirmaciones sin evidencias. Es una herramienta de emancipación intelectual que protege contra la manipulación y el dogmatismo.
En una entrevista Rebeca Anijovich afirma que en la actualidad se aprende exclusivamente por repetición y no indagando, estableciendo relaciones, vinculándonos con el mundo real, como debería ser.
Invita a revisar las prácticas docentes: pasar de clases centradas en el discurso unidireccional del profesor a espacios donde el estudiante sea protagonista de su aprendizaje, explorando, preguntando y reflexionando.
Anijovich manifiesta que estos espacios deben ser la cuna donde se construye el pensamiento crítico, se promueve el diálogo y se aprende a mirar el mundo desde diversas perspectivas.
El contacto humano
Otro elemento clave para fortalecer la enseñanza es el contacto humano, indispensable en los procesos de aprendizaje, principalmente en las edades tempranas, las infancias.
Es importante (el contacto humano) para aceptar al otro en la diversidad del pensamiento, la diversidad cultural, para interpretar la realidad y construir comunidad. Las aulas de clase deben servir como espacios para el diálogo, entender que el otro piensa distinto, analizar con criterio.
Para la especialista, en tiempos de cambios acelerados, el modelo educativo debe dejar de ser un simple canal de transmisión y convertirse en una plataforma para el pensamiento crítico, la participación democrática y la construcción de futuro.
Por: Gabriela Jiménez