1. Introducción
Durante las últimas décadas, los microplásticos se han convertido en una preocupación ambiental creciente. Estos diminutos fragmentos, menores a cinco milímetros, han sido ampliamente detectados en océanos, suelos y cuerpos de agua dulce. Sin embargo, investigaciones recientes han revelado una nueva dimensión del problema: los microplásticos también se encuentran en el aire que respiramos. Esta forma de contaminación atmosférica representa una amenaza invisible pero constante tanto para la salud humana como para la de los animales.
Los microplásticos atmosféricos son partículas plásticas suspendidas en el aire, capaces de viajar grandes distancias impulsadas por el viento. Se han detectado incluso en regiones remotas y poco habitadas como montañas, desiertos y zonas polares, lo que demuestra su gran capacidad de dispersión. Estas partículas pueden tener dos orígenes principales: los secundarios, que se forman por la fragmentación de objetos plásticos más grandes; y los primarios, que son liberados directamente al ambiente en forma microscópica, como ocurre con las fibras textiles sintéticas o el polvo generado por el desgaste de neumáticos [1].
En la vida cotidiana, muchas fuentes emiten microplásticos al ambiente. Las prendas hechas con poliéster, nailon o acrílico liberan microfibras durante el lavado o el secado. Las calles asfaltadas generan partículas plásticas por el desgaste constante de las llantas. También hay liberación de estos compuestos al incinerar residuos plásticos o simplemente por el uso prolongado de objetos de hechos de este material. Todas estas partículas pueden quedar suspendidas en el aire y ser inhaladas sin que lo notemos [1,2].
2. Microsplásticos atmosféricos en el cuerpo humano y en los animales
La principal vía de entrada de los microplásticos al cuerpo humano es la inhalación. Al respirar, especialmente en zonas urbanas o industriales, podemos introducir en nuestro organismo partículas que alcanzan los pulmones e incluso atraviesan las barreras celulares. También pueden ingresar por ingestión indirecta, ya que se depositan sobre alimentos, agua potable o superficies del hogar. Estudios recientes ya han detectado microplásticos en tejidos humanos, lo que demuestra su capacidad para acumularse en órganos como los pulmones, el hígado o los intestinos [2, 3].
El impacto de esta exposición constante aún está siendo investigado, pero los resultados preliminares son preocupantes (Figura 1). Por un lado, los microplásticos pueden causar daño físico a nivel celular, generando inflamación en las vías respiratorias o lesiones internas. Y también actúan como vectores de sustancias químicas tóxicas: al estar expuestos al ambiente, absorben contaminantes como metales pesados, pesticidas o compuestos orgánicos persistentes, que posteriormente pueden liberarse dentro del cuerpo. Además, muchos plásticos contienen aditivos como ftalatos y bisfenoles, conocidos por su capacidad de alterar el sistema endocrino. La exposición prolongada a estas sustancias podría aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades hormonales, inmunológicas o incluso ciertos tipos de cáncer [2,3,4].
En el caso de los animales, los efectos no son muy distintos. Mamíferos, aves e incluso insectos pueden inhalar o ingerir estas partículas, las cuales pueden provocar inflamación, obstrucciones en el tracto digestivo o efectos tóxicos en distintos órganos. Como los microplásticos pueden acumularse a lo largo de la cadena alimentaria, el riesgo se extiende a niveles ecológicos mayores, afectando la biodiversidad y el equilibrio de los ecosistemas [2,3,4].
3. Conclusiones y Recomendaciones
Frente a esta amenaza silenciosa, es urgente tomar medidas. A nivel individual, se pueden tomar medidas para disminuir la exposición, tales como: reducir el uso de plásticos de un solo uso, elegir tejidos naturales en lugar de sintéticos y mejorar la ventilación y limpieza del hogar. A nivel industrial y gubernamental, se necesitan políticas más estrictas sobre la gestión de residuos, el control de emisiones y el desarrollo de tecnologías que limiten la liberación de microfibras al ambiente. También es fundamental invertir en investigación científica para comprender mejor el comportamiento de los microplásticos en la atmósfera y sus efectos sobre la salud.
Los microplásticos en el aire representan un problema ambiental emergente que afecta de manera directa e indirecta a todos los seres vivos. Aunque no se ven, están presentes en todo el entorno y dentro del cuerpo humano La ciencia apenas comienza a comprender el alcance de sus efectos, pero lo que ya se sabe es suficiente para actuar. El aire que se respira debería ser limpio, libre de partículas plásticas, porque la salud humana y la del planeta, depende de ello.
Referencias Bibliográficas
[1] Zhang, Y., Wang, C., Sun, H., Wang, H., & Zhang, W. (2023). Sources, analysis, and health implications of atmospheric microplastics. Environmental Advances, 3, 100031.
[2] Wright, S. L., Kelly, F. J., & Smith, R. M. (2023). Health effects of microplastic exposures: Current issues and perspectives. Environmental Health Perspectives, 131(5), 056001.
[3] Facciolà, A., Laganà, P., Caruso, G., La Rosa, G., & Micali, C. (2021). Newly emerging airborne pollutants: Current knowledge of health impact of micro and nanoplastics. International Journal of Environmental Research and Public Health, 18(6), 2997.
[4] Tatsii, D., Kornienko, L., & Yablokov, S. (2023). Shape matters: Long-range transport of microplastic fibers in the atmosphere. Atmospheric Environment, 287, 119286. [5] Gupta, S., Kumar, R., Rajput, A. et al. (2023). Atmospheric Microplastics: Perspectives on Origin, Abundances, Ecological and Health Risks. Environ Sci Pollut Res 30, 107435–107464.
Gabriela Farías y Clarisa Vargas
Unidad de Procesos Metalúrgicos (UPM). Centro de Tecnología de los Materiales (CTM)