En la 43ª Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), fue adoptada por aclamación la “Recomendación sobre la Ética de las Neurotecnologías”, destinada a orientar el desarrollo y la aplicación responsable de las tecnologías que interactúan directamente con el cerebro humano.

Este documento, el primer marco ético global, constituye el resultado de años de consultas internacionales, con la participación de expertos y el aporte de ocho mil contribuciones provenientes de científicos, académicos y pacientes usuarios de dispositivos neuronales.

Este marco servirá como una guía de referencia para que los Estados miembros elaboren legislaciones que garanticen la privacidad, seguridad y el uso ético de las neurotecnologías.

Con su aprobación, se prevé que la Recomendación entre en vigor el 12 de noviembre, tras concluir la Conferencia General de la UNESCO en Samarcanda, Uzbekistán.

Venezuela, quien ejerce la Vicepresidencia del Comité Intergubernamental de Bioética de la UNESCO, presentó valiosas propuestas, acogidas e incorporadas en el texto final del instrumento. Este aporte refleja el compromiso del país con la defensa de la dignidad humana, la justicia social, la ética en el desarrollo científico y tecnológico.

Entre las principales propuestas venezolanas se destacan:

 La incorporación del concepto de neurodiversidad, reconociendo la legitimidad de las distintas formas de funcionamiento neurológico y cognitivo.

 El reconocimiento de los derechos de las personas con discapacidad o condición cognitiva, protegiéndolas frente a los riesgos de discriminación o manipulación.

 El respeto a los saberes ancestrales y la diversidad cultural, integrando la cosmovisión de los pueblos originarios en el desarrollo científico.

 La doble protección de niñas, niños y adolescentes con discapacidad o condición cognitiva, desde el acceso equitativo a la ciencia para alcanzar su autonomía y prevención rigurosa de los posibles impactos de estas tecnologías.

Mientras la atención global se concentra en la inteligencia artificial, la neurotecnología avanza con una rapidez similar, pero en gran medida fuera del escrutinio público y normativo. De acuerdo con un informe de la UNESCO, la inversión en empresas dedicadas a este sector aumentó un 700% entre 2014 y 2021, reflejo de un auge impulsado por el mercado más que por consideraciones éticas.

Estas tecnologías, capaces de medir, modular o estimular el sistema nervioso, ofrecen beneficios, especialmente en el ámbito médico. La estimulación cerebral profunda, por ejemplo, alivia los síntomas de trastornos como la depresión y el Parkinson, mientras que las interfaces cerebro-computadora permiten a personas con discapacidad controlar prótesis.

No obstante, fuera del ámbito médico, la neurotecnología sigue siendo en gran medida un campo sin regulación específica. Muchos usuarios la emplean sin saberlo, mediante dispositivos de uso cotidiano, como diademas o auriculares inteligentes, que recogen datos neuronales para monitorear la frecuencia cardíaca, el estrés o el sueño.

Es por esta razón, que se hace un llamado a los Estados a desarrollar políticas para garantizar que la neurotecnología sea inclusiva, estableciendo salvaguardias para preservar la inviolabilidad de la mente humana.

El uso laboral de estas tecnologías, que podrían emplearse para monitorear la productividad o perfilar empleados, también es un campo muy peligroso que debe regularse.

En Venezuela, siguiendo orientaciones del presidente @NicolasMaduroMoros reafirma su compromiso con la ética como principio esencial del desarrollo, promoviendo una ciencia humanista, inclusiva y respetuosa de la dignidad y diversidad de los pueblos.