El cerebro reduce su tamaño tras los 40 años: La música podría blindar tu mente

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Por más que nos esforcemos, la mayoría de los efectos del paso del tiempo son inevitables: la vista se debilita, aparecen arrugas y las articulaciones se quejan. ¿El deterioro mental? Ahí sí hay margen de maniobra.

Las investigaciones indican que, a partir de los 40, el cerebro pierde cerca de un 5 % de su volumen por década. Aun así, la evidencia científica sugiere que aprender habilidades nuevas, por ejemplo, tocar un instrumento musical, puede ayudar a conservar funciones cognitivas hasta edades avanzadas.

Ese es el mensaje central del primer episodio de Sin límites con Chris Hemsworth: Una vida mejor (Disney+). En él, el actor australiano, de 41 años, se inicia con la batería. No solo se prepara para subirse a un escenario frente a 60 mil fans en un concierto de Ed Sheeran; también muestra cómo adquirir un instrumento en la adultez puede favorecer la salud de un cerebro que envejece.

No es un privilegio de Hemsworth. cada vez más estudios apuntan a que las actividades mentalmente desafiantes son herramientas potentes contra el deterioro cognitivo asociado a la edad.

Por qué el cerebro se reduce con los años

La pérdida progresiva de tejido cerebral (atrofia) puede comenzar desde los 30 años, aunque no avanza igual en todas las personas, explica Daniel Gustavson, psicólogo cognitivo de la Universidad de Colorado Boulder.

Cuando ocurre, suele afectar áreas clave como:

  • Corteza prefrontal: ligada a la resolución de problemas y la flexibilidad mental.

  • Hipocampo: esencial para la memoria y la orientación espacial.

“Se nota cuando cuesta recordar detalles de una conversación o aparecen extravíos frecuentes de las llaves”, señala Maya Shankar, científica cognitiva que participa en la serie. “No es solo molestia: refleja cambios reales en la conectividad neuronal”.

Esta reducción se relaciona con la pérdida de neuronas y sinapsis, además de una menor plasticidad (la capacidad del cerebro de adaptarse y reorganizarse).

También influye la caída con la edad de neurotransmisores como dopamina, serotonina y acetilcolina (claves para memoria y movimiento). Al disminuir, suele hacerlo también la agudeza mental.

Para complicar el panorama, materia gris y blanca se reducen con el tiempo. Estos tejidos sostienen y protegen las conexiones neuronales; su deterioro puede originar síntomas de diversa gravedad, según genética y estilo de vida, indica la neuróloga Golnaz Yadollahikhales (Cedars-Sinai).

El olvido leve es común; una pérdida más marcada podría señalar etapas tempranas de deterioro cognitivo o demencia.

Cómo “entrenar” el cerebro para el futuro

El principal antídoto es la neuroplasticidad: la capacidad del cerebro de reconfigurarse a lo largo de la vida ante experiencias nuevas. “Cuando aprendemos algo, literalmente creamos neuronas y rutas nuevas”, dice Shankar. Es como hallar un desvío eficaz cuando tu camino habitual está cerrado.

Esa adaptabilidad sustenta la reserva cognitiva, la capacidad del cerebro de compensar daños o cambios propios del envejecimiento. Yadollahikhales la describe como un “andamiaje mental” que mantiene el rendimiento incluso si una parte falla.

Una vía eficaz para construir esa reserva es aprender habilidades que exijan esfuerzo mental: practicar un deporte nuevo, pintar, cocinar, escribir, programar, bailar o estudiar un idioma, enumera Shankar.

Estas actividades pueden:

  • Mejorar la integridad de la materia blanca.

  • Favorecer una actividad saludable de los neurotransmisores.

  • Potenciar la comunicación entre hemisferios al fortalecer el cuerpo calloso, el mayor tracto de materia blanca del cerebro.

¿Por qué aprender un instrumento nuevo puede contrarrestar el encogimiento cerebral?

Entre muchas habilidades que activan la mente, iniciar un instrumento musical parece ser de lo más potente, afirma Shankar. ¿La razón? Tocar integra y exige funciones ejecutivas y memoria de trabajo porque recluta casi todo el cerebro y mejora la comunicación entre sus áreas.

La práctica instrumental requiere coordinación de ambas manos y activa, a la vez, múltiples sistemas: audición, lectura de notas y control fino de dedos y manos. Ese trabajo simultáneo fortalece el cuerpo calloso, el gran puente de fibras que conecta ambos hemisferios.

“Aprender un instrumento es un entrenamiento integral para el cerebro”, resume Gustavson. “Por eso es una herramienta tan eficaz para construir reserva cognitiva”.

La evidencia lo respalda. Un estudio de 2022 en Frontiers in Aging Neuroscience halló que adultos mayores que tomaron clases de piano durante seis meses mejoraron la conectividad estructural en zonas vinculadas con memoria y lenguaje. Otros trabajos muestran que empezar en la madurez eleva la memoria, la función ejecutiva e incluso el volumen cerebral. En un ensayo, personas sin experiencia musical mejoraron la memoria verbal tras solo tres meses con armónica de teclado (un pequeño teclado que se sopla).

Cómo dar los primeros pasos con un instrumento

Si buscas usar la música para cuidar tu cerebro, elige bien el instrumento. “Opta por uno que te entusiasme y que te rete”, aconseja Yadollahikhales. Demasiado fácil no estimula la neuroplasticidad; demasiado difícil te hará abandonarlo. La clave es ese “punto justo” de dificultad.

Piano, guitarra y batería suelen recomendarse por su demanda de coordinación bilateral, pero casi cualquier instrumento sirve si requiere esfuerzo sostenido. “Sigue tu gusto, dice Gustavson, porque el mejor instrumento es el que practicarás de forma constante”.

Shankar propone un filtro práctico: ¿Lo practicaré seguido? ¿Me agrada su sonido? ¿Me ilusiona aprenderlo? La motivación importa: el compromiso sostenido es lo que consolida nuevas conexiones neuronales.

Si no te convencen las clases formales, hay alternativas: apps guiadas, tutoriales en YouTube o clases grupales para adultos. “El factor social puede ser tan valioso como el cognitivo”, añade Gustavson: mejora el ánimo, crea sentido de responsabilidad y añade diversión.

¿La regla de oro? Empieza desde donde estés, a cualquier edad. “Nunca es tarde”, recuerda Michael Snyder, profesor de genética en Stanford. No es el “dominio” lo que impulsa el cerebro, sino el esfuerzo continuado.

Al final, no podemos frenar el tiempo, pero sí amortiguar sus efectos. La música es una gran aliada

Fotografía de Dimitri Otis, Getty Images
referencia bibliografica: https://www.nationalgeographicla.com/ciencia/2025/09/tu-cerebro-se-encoge-despues-de-los-40-pero-la-musica-podria-protegerlo-del-deterioro-cognitivo

 Autor:Victor Alvarez CSICE

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