Descubriendo lo invisible. Las Abejas de Karl Von Frisch

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Para entender el legado de Humberto Fernández-Morán (HFM), el científico latinoamericano mas prominente de todos los tiempos hay que entender su entorno de inspiración, sus mentores, el contexto histórico-político y sus intereses, como hemos visto en textos anteriores se codeaba no solo con pares venezolanos de Albert Einstein (1879-1955), a quien tuvo la oportunidad de conocer personalmente gracias a la amistad de los 2 venezolanos con el genio Alemán, como lo fueron el filósofo pacifista y naturista Carlos Brandt (1875-1964) y el prominente matemático y astrónomo Francisco José Duarte (1883-1972), sino también con los mas notables físicos de la época como Mane Siegbaun (1886-1978) premio Nobel por la espectroscopia de Rayos X y Lise Meitner (1878-1968) descubridora de la Fisión Nuclear, ambos mentores de Fernandez-Morán durante su prolongada estadía en Suecia, serán muchos otros los premios Nobel con los que interactuará como pares durante su vida, pero en esta oportunidad hablaremos de la pasión de Fernandez-Morán por los insectos, la motivación y la relación con el resto de sus estudios, allí aparece Karol von Frisch (1886-1982).

Este artículo revierte especial importancia ya que quienes han pretendido ocultar el legado de Fernández-Morán han usado los estudios sobre abejas de HFM para de algún modo ridiculizar los intereses del genio Zuliano catalogándondolo como “una variedad de temas que solo tienen en común la microscopía electrónica”(Esparza y Padrón, Gaceta Médica de Caracas, 2019).

Karol von Frisch era el encargado del instituto de Zoologia de la Universidad de Munich cuando llegó nuestro joven Humberto a estudiar física en esa universidad, selección que luego cambiaría por medicina. Karol había estudiado zoología en la Universidad de Munich, y luego de completar sus estudios superiores en otras universidades europeas volvió para ser asistente de su profesor Richard Hertwing, uno de los botánicos y zoólogos mas reconocidos de la época, Karol von Frisch sería profesor de nuestro Humberto de la cátedra Anatomía Comparada, siendo uno de los pioneros de la “etología”, es decir, el estudio del comportamiento de los animales, de mas de 100 especies que mantenía bajo observación, menos de 10 eran mamíferos, destacando su especial interés por los insectos.

Aunque las ideas de Karol von Frisch, en esa época no eran comprendidas y era tildado de “loco”, entraría en la categoría que HFM denominaba “locos geniales”, despertando con timidez la curiosidad del maracayero, el profesor Karol le hablaba de la importancia de los insectos para la vida, estudiaba el lenguaje de las abejas, de como girar, inclinarse, zumbar y batir las alas constituían una forma de comunicación precisa e inequívoca, que les permitía informar a sus compañeras la ubicación del alimento. El profesor Karol aseguraba que existían pequeñas variaciones de este lenguaje como “dialectos” entre colmena y colmena. Muchos de sus pares científicos aseguraban que eso era IMPOSIBLE dado los “diminutos cerebros de estos insectos” y estas críticas, precisamente en la cátedra de Anatomía Comparada, sembrarían el interés del joven Humberto por las similitudes o diferencia del cerebro y el ojo humano.

Y es que el profesor Karol inculcaba a sus estudiantes sobre todo el valor de la observación y la paciencia en la investigación científica: «Descubrí que los mundos milagrosos pueden revelarse a un observador paciente donde el transeúnte casual no ve nada en absoluto». Otras aseveraciones del loco genial tenían que ver con la visión de estos insectos: “Las abejas pueden diferenciar no solo entre flores y paisajes, sino incluso rostros humanos, demostrando una notable capacidad para procesar información visual compleja”.

En pleno auge de las disertaciones sobre campos electromagnéticos y luz (mecánica cuántica) el profesor von Frisch, aseguraba que esos diminutos seres eran capaces de percibir los campos electromagnéticos de la tierra y además usar la polarización de la luz del sol como mecanismo de orientación, asegurando que las abejas podían enseñarnos una parte de la física desconocida hasta ese momento. Nuestro joven Humberto creyó con admiración esas palabras expresando: «Abrieron mis ojos a la medicina Tropical, al papel que desempeñan los virus y los insectos y contribuyeron a modelar formas que habían comenzado en Europa con Karl von Frisch, que me había ayudado a desarrollar mi dirección con su estudio sobre la visión de las abejas y centralizó mi interés sobre el cerebro del insecto. Asimismo, mi regreso renovó mi amor por Latinoamérica y aumentó mi sentido de deuda para Venezuela».

La tecnología de la época no permitía la observación precisa de material biológico ya que se requerían en primer lugar cortes ultra delgados de muestras que no estaban disponibles para la época, pero también evitar que los haces de electrones de los microscópios electrónicos “cocinaran” las muestras, entonces, con la paciencia que le inculcó el profesor von Frisch, a nuestro Humberto le tomaría cerca de 10 años desarrollar el ultramicrotomo para hacer cortes hiperdelgados y la criomicroscopía electrónica, incorporando la congelación a las muestras para someterlas a microscopía electrónica. Es así como finalmente entre los años 54 y 59, ESTANDO EN VENEZUELA, nuestro HFM logra imágenes de alta resolución del cerebro y los ojos de las abejas las cuales compartiría con su mentor para interpretarlas.
Y es que hasta Albert Einsten se había pronunciado sobre la teoría de Karl von Frisch, tal y como se lee en la imagen de la carta firmada por Einstein en 1949, como buen sabio indicaba que algún día, la mayor comprensión del sistema de navegación de las aves podía explicar procesos físicos desconocidos a ese momento.

Finalmente, en 1973 Karol von Frisch recibe el premio Nobel de Fisiología y Medicina por sus estudios de Danzas de las Abejas, mas de 40 años debieron pasar para darle la razón, hoy día se reconocen a las abejas como indicadores de la salud de los ecosistemas además de seres extremadamente sensibles a la “contaminación electromagnética”.

Por su parte, los estudios de Fernández-Morán sobre las formas holográficas mediante las cuales el cerebro humano almacena la información serían similares a los mecanismos de interpretación de las abejas de la luz polarizada, con directa relación a “los microcristales” del cerebro de ambas especies, tal vez falten aún algunos años para comprender a HFM. Por ahora podemos decir que 2017 se entregó el premio Nobel por el desarrollo de la criomicroscopía electrónica, el veredicto reconoce que la técnica, es originaria de Humberto Fernández-Morán en los años cincuenta.

 

Doctora. Gloria Carvalho
Secretaria Ejecutiva del Polo Científico Venezolano
Oficial de Enlace de la República Bolivariana de Venezuela
ante la Organismo Internacional de Energía Atómica.

 
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