IA: una innovación imparable que debe enfrentar los desafíos éticos del siglo XXI
Por: Gabriela Jiménez Ramírez
La Inteligencia Artificial (IA) ha experimentado un crecimiento en los últimos años, especialmente tras el lanzamiento de ChatGPT. Sin embargo, este avance trae consigo consideraciones éticas, como la protección de la privacidad, el uso responsable de datos y el impacto en el empleo.
En una entrevista al portal La Razón, el francés Serge Haroche, premio Nobel de Física y uno de los pioneros en computación cuántica, expresó su preocupación sobre la falta de comunicación efectiva entre la comunidad científica y la sociedad, lo que alimenta la desconfianza hacia la ciencia. Haroche advierte que, al igual que con la física nuclear, la IA presenta tanto oportunidades como riesgos.
Haroche señala que la necesidad de regulación es crucial para evitar abusos, especialmente en un contexto de libre comercio global. Sin reglas claras, la confianza en los dispositivos y su uso se ve comprometida, lo que podría afectar negativamente a las naciones y especialmente el comercio
«La IA invadirá todos los dispositivos; en todos los dispositivos que tengamos habrá herramientas que podrán recopilar información sobre las personas que usan IA, y esa información puede ser diseminada y usarse para invadir la privacidad de la gente (…) Si no tenemos reglas, no podremos confiar en que lo que compramos en un país no sea una especie de herramienta de espionaje en otros países».
En cuanto al impacto laboral, se prevé que la IA transforme el mercado de trabajo, eliminando ciertos empleos, especialmente en áreas como la traducción y la automatización. Esto genera incertidumbre y desconfianza en la sociedad.
Señala que uno de los mayores mitos sobre la inteligencia artificial es la creencia de que algún día superará a la inteligencia humana y tomará el control. Sin embargo, esto es poco probable, ya que es un producto creado por humanos que imita procesos naturales, pero es fundamentalmente diferente del cerebro humano.
«Todo en el cerebro se hace mediante procesos biológicos. Las neuronas son objetos biológicos. La manera en que las neuronas están construidas está determinada por el ADN, por una maquinaria desarrollada a lo largo de millones de años de evolución», añade Haroche durante la entrevista.
Explica que la IA requiere una gran cantidad de energía para funcionar, ya que necesita ser alimentada con datos almacenados en servidores. Este alto consumo plantea un problema, dado que la energía en el planeta es limitada y su uso excesivo.
El pesimismo sobre la situación actual es palpable, especialmente ante la presencia de dirigentes que actúan como depredadores, utilizando la inteligencia artificial para su propio beneficio, por lo que afirma que, en esta era, es urgente que se construya un liderazgo ético y comprometido a evitar un futuro desastroso.
En Venezuela entendemos la Inteligencia Artificial como una oportunidad de avance en diversas áreas, que se traduzca en beneficios directos a la población. Es fundamental su desarrollo con ética y responsabilidad, por ello, el Gobierno Bolivariano liderado por el presidente @NicolasMaduroMoros, tiene una agenda de trabajo priorizada.
La discusión de una Ley en la Asamblea Nacional para articular, regular y organizar todos los procesos administrativos relacionados con la Inteligencia Artificial, es uno de los pasos más importantes que ha dado el país en este sentido.
Igualmente, el Plan de Inteligencia Artificial y el Código de Ética para el Desarrollo y Uso Responsable de la IA, son iniciativas que nacen desde la visión social y productiva, lejos de los modelos corporativos que especulan con la información de los usuarios y los recursos. Seguimos estableciendo importantes acuerdos de cooperación con la República Popular China, India e Irán, aliados fundamentales en el desarrollo de una IA con ética y principios.